martes, 20 de septiembre de 2011

Culebra ciega

A veces me siento interpelado desde una dimensión más alta que las voces audibles. Alguien me llama, me obliga a dar explicaciones, me obstruye, me aconseja. Pero, ¿cómo sé yo que soy el interpelado y no otro? Tal vez se trata de mensajes no dirigidos a mí. ¿quién soy yo? No por el nombre sólo me conosco; otros se llaman o podrían llamarse como yo. Ni por las características del cuerpo o del alma; todas se encuentran ahí repartidas en porciones desiguales y no es un juego de cantidades mi esencia.
Tampoco me conosco por una forma permanente -genio y figura hasta la sepultura- todo eso es tan cambiante. Sólo el acostumbramiento a una manera de ser, reforzada por la mirada de los otros y el apego a un oficio, puede crear y mantener tal ilusión de identidad.
¿Quién soy yo? Recurro a la memoria. La consciencia de individualidad, el dolor de la separación, la convicción de ser alguien, esas tres cosas -tres en apariencia, pero una sola en el fondo- aparecieron en mí tardíamente como sentimiento angustioso de inseguridad. Pero no de inseguridad ante peligros como enfermedades, ladrones, fantasmas, moustros, ofensas, desprecios, miseria, esclavitud; sino de inseguridad en el conocimiento. Erré, creí saber y me equivoqué.

[Insania 20 16]



Vemos el sol en la noche
Los dioses que nosotros mismos construimos
Ahora acaban con nuestras vidas
cerebro de silicona y voces motorizadas
Claman "ataque" esta noche
Nuestros dioses ahora pelean
con ira, quemando nuestro mundo
El día del juicio ha llegado
Y no hay ningún lugar donde esconderse
El futuro se acabó
Y no hay vuelta atrás
Llamaradas en la noche
Ahora la realidad
La guerra santa en el cielo…

[Insania 20 14]


Ignoramos a nuestros dioses antiguos
Controlando nuestros días
Hemos creado unos mejores
Por lo tanto, controlamos el camino

Somos los que tienen el poder
Para mantener al enemigo
Nuestros dioses son la perfección
Y ellos protegen nuestras vidas
Todavía necesitamos un poco más de ellos
Para estar seguro del otro lado
Mientras seamos fuertes
Nada nos va a pasar

Llamaradas en la noche
Sólo un mal sueño
La guerra santa en el cielo... nunca

sábado, 10 de septiembre de 2011

Alma De Un Vagabundo

Peso en mi espalda, yo vago
por encima de montañas, a traves de mares
mi alma se mantiene vagando
en la interminable busqueda de la paz

El cielo es mi techo, mi refugio
las estrellas brillan e iluminan mi camino
la tierra es mi cama, mi altar
en este camino que no conduce a ninguna parte

En silencio yo grito, pero nadie me escucha
absolución, salvación, mis pecados no me dejan ser
el primer llanto, el ultimo aliento
hemos nacido para morir
esta locura sin fin
no se sabe la razon del porque
alma de un vagabundo
ilusion, desilucion, nacemos para vivir
tentacion, condena, hambre, deformacion

El camino va por siempre
es un viejo y confiable amigo
he probado el polvo y sus tesoros
por mi retorcida mente que no se repara

Mi carga es pesada para llevar
mi destino miente mas adelante
mi espiritu esta siempre dejando
por este camino que no conduce a ninguna parte

La miseria


Escribo las líneas que quieres
con las palabras que me atrevo a usar del todo
las que me has enseñado,
a lo largo de los años.

Fundes una perfecta sombra sobre el papel
que desvanece con la luz del sol.
Temo la forma en que me conoces
el amor puede dejar una mancha.

Me robas mi única esperanza
y me haces permanecer despierto otra noche
Te deseo conmigo, permanece cerca de mi
cuando han caído las hojas del otoño.
Soledad, mi dolor, la última cosa que me queda.

Si caes yo te atraparé, si me amas yo te amaré
y así continúa, No estés asustada
estarás a salvo, lo prometo. 

7 mentiras solitarias escritas
en una noche muerta de invierno.
Abro el único libro con el único poema que puedo leer.
Con sangre lo firmo
y sello la media noche con una lágrima.
Quemo el papel, cada línea, por las que lloré
 
Soy el escritor y tú eres mi público,
hazme llorar por tu amor,
como lo has hecho tantas veces, así sé
que no puedo escribir estas historias sin ti.
Señora dolor, hazme fuerte,
¿No podríamos estar por siempre sin ellas?

Las palabras que escribo sólo pueden lastimarme
lo siento por la lluvia
Gracias, mi única
me diste este dolor
te dejo cuidadosamente en el suelo
da un paso hacia la puerta
donde esta la carta nunca escrita
buenas noches ahora.