sábado, 20 de agosto de 2016

Culebra Ciega Pt: 3

Pero yo esperaba y deseaba que fueran conocimientos firmes, al abrigo de toda duda, independientes de la adhesión que se les presentara por medio de la creencia, válidos para todos los hombres. Y resulto que eran diferentes en diferentes países, en diferentes épocas, y que aun en el mismo país y en la misma época representaban variantes contradictorias y antagónicas. Es más, aun en una misma persona, no se representaban de manera unitaria ni eran siempre coherentes. Peor todavía, descubrí que podían coexistir doctrinas diversas formando estratos y que los interesados pasaban alegremente del uno al otro según sus necesidades prácticas, sin sentir molestia lógica alguna. No niego la utilidad ocasional de tal estado de las cosas, pero yo esperaba y deseaba la certidumbre de lo verdadero.

¿me equivoque en redondo?

Si lo verdadero dependía de mi creencia entonces no era firme, no era lo verdadero. No pude aceptar que el hombre fuera la medida de todas las cosas. Cuando más, sería la medida de todas las cosas suyas, de las cosas hechas por él, pero era evidente para mí que el mundo hecho por el hombre anidaba en un mundo mayor, independiente de su juicio, y se construía por materiales dados, recursos formales dados, fuerzas dadas, desde un centro de consciencia dado que ignoraba su origen. A menos que el hombre fuera Dios mismo, un Dios caído en la amnesia y la fragmentación, o desde siempre ignorante y en pedazos. ¿Podría ser Dios en tal caso?

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